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Tema 4.3. La entrevista y sus tipos.

  • Foto del escritor: Gabriela Fierro
    Gabriela Fierro
  • 21 may 2020
  • 6 Min. de lectura

Finalmente, toca el turno de que revisemos las características principales de la tercera técnica que forma parte de los métodos de interrogación; quizá una de las más recurridas en las investigaciones cualitativas de corte etnográfico: la entrevista.


Para ello, nos remitiremos a algunos de los puntos más importantes tocados por Valles (1999), en su texto sobre las técnicas de investigación social.


Lo primero que hay que decir es que la entrevista no es otra cosa más que una conversación. Una, en la que fijamos pautas y normas de comunicación, así como de participación entre interlocutores.


Pero al formar parte de las Ciencias Sociales, es nuestro compromiso propiciar que dicha participación sea lo más fluida, y menos forzada, posible. Es decir, en el marco de la realización y desarrollo de esta técnica, es cuando el término "interlocución" juega un papel trascendental. Resulta de vital importancia que como investigadoras sociales nos ubiquemos desde una posición de comunicación entre pares, equitativa, en la que podemos recibir, pero también ofrecer, información de vital importancia para el desarrollo de nuestros trabajos académicos.


Así:


"El arte de la conversación, aprendido de modo natural en el curso de la socialización, constituye la mejor base para el aprendizaje de las técnicas de cualquier forma de entrevista profesional. La conversación (practicada o presenciada) en situaciones naturales de la vida cotidiana, supone un punto de referencia constante, la mejor práctica preparatoria de la realización de entrevistas con fines profesionales." (Valles, 1999, p. 178)

En pocas palabras, lo anterior significa que para lograr un acercamiento natural con nuestros interlocutores, y sostener conversaciones fructíferas, en realidad ello supone que debemos ser buenas conversadoras, y que de alguna manera podamos propiciar que la gente se abra al diálogo frente a nosotras.


¿Recuerdan la consigna de que un antropólogo en realidad es un aficionado del chisme? Pues algo hay de eso, de acuerdo con Valles, pero dicho en otros términos.


Para el autor, en nuestras investigaciones hay una relación recíproca entre comunicación, conversación, diálogo y entrevista. En su opinión, son componentes indisociables que se implican unos con otros.


Asimismo, y siguiendo lo dicho por Goffman (1961), el autor asegura que no debemos perder de vista otro factor importante: la entrevista es un encuentro, y será nuestro compromiso buscar (en la medida de lo posible) que dicho encuentro sea agradable, ameno, propicio para conversar y compartir vivencias, impresiones y discursos.


Pero, ¿por qué digo "en la medida de lo posible"? Por que muchas veces, esos encuentros se darán sin que los pensemos o programemos; en situaciones en las que debemos de resolver pronto cómo desarrollaremos nuestras entrevistas, sin preparación alguna e improvisando.


¡Así de impredecibles somos cuando trabajamos con el ser humano! ¡Todo puede pasar en campo! Aún así, debemos buscar que nuestro encuentro sea positivo y ameno.


No obstante, hay que hacer una precisión importante: una entrevista y una conversación o encuentro, no necesariamente son lo mismo. Es decir, a pesar de que la entrevista implica un diálogo con nuestros interlocutores, en realidad no es una conversación cualquiera.


Cuando hablamos con alguien, así nada más, la comunicación fluye, sin muchas expectativas en mente.


Pero cuando pensamos, planeamos, solicitamos y desarrollamos una entrevista, hay una serie de expectativas que los participantes desean alcanzar.


Por un lado, el investigador buscará obtener información puntual y relevante que se vincule con el tema o fenómeno social que está explorando. En segundo lugar, el entrevistado tratará de cumplir con lo requerido por el investigador, y esperará que éste lo conduzca (o lo guíe) a la hora de conversar.


En este sentido, las condiciones a cumplir para desarrollar una entrevista son:


  1. El entrevistador escucha (con todo lo que ello implica: poner atención, guiar al interlocutor, introducir temas, cambiarlos, enfocarse en alguno de ellos), y el entrevistado habla.

  2. En este sentido, el entrevistado será el experto (y habrá qué tratarlo como tal), mientras que el entrevistador, el aprendiz. Hay que animar a nuestros interlocutores a que hablen, y no contradecirles.

  3. Para el entrevistado, quien tiene el papel de conducir "esa conversación", será el entrevistador. Por ello, no hay que perder el control y habrá qué poner atención en los detalles.


Ahora, cuando hablamos de entrevistas, en términos generales, podemos encontrar que las hay de muchos tipos, sobre todo en el ámbito profesional. Incluso, es muy probable que antes de estudiar Antropología Social ustedes asociaran a las entrevistas con otro tipo de encuentros o profesiones, que no son precisamente etnográficos.


Por ejemplo, tenemos las entrevistas de reclutación de personal, comúnmente empleadas por las áreas de la Administración y los Recursos Humanos; existen las entrevistas psicológicas, que corresponden al ámbito del psicoanálisis y por lo general se desarrollan en sesiones de terapia; están también las entrevistas médicas, que no son otra cosa más que una consulta, cuando acudimos al doctor por alguna enfermedad o padecimiento; las periodísticas, las de deportes o espectáculos.


En nuestro campo de trabajo, las entrevistas que empleamos han recibido muchos nombres, y se han clasificado de diversas maneras, pero en términos prácticos las hay de tres tipos, y son las siguientes:


  1. Entrevista estructurada (Valles la llama "estandarizada programada"): Se trata de una entrevista que preparamos y solicitamos con anterioridad. Sin embargo, no admite ningún cambio ni improvisación alguna; es completamente cerrada. Es decir, se diseñan una serie de preguntas que no se van a modificar al momento de su aplicación; ni en la manera de formularlas, ni en el orden en el que lo haremos. Si es una entrevista que aplicaremos a un grupo de personas con un mismo perfil social, cultural o económico, su desarrollo supone que se aplique de la misma forma a todos, sin cambio alguno. Por sus características, este tipo de entrevista presenta varias desventajas, porque no da margen a la flexibilidad y limita los alcances del investigador, al momento de ponerla en práctica.

  2. Entrevista semi-estructurada (Valles la llama "estandarizada no programada"): Es aquella que se solicita, se programa, se planea con antelación, y se aplica con cierta preparación. Para su desarrollo, el investigador programa un conjunto de preguntas de base; sin embargo, estas pueden modificarse a libertad al momento de aplicarse, tanto en la manera de formularlas, en el orden en la que se enuncian y cómo se lanzan al entrevistado. Esto va a obedecer a lo que el propio interlocutor vaya tratando en la entrevista. Nosotros, en función a ello, vamos valorando si agregamos temas relacionados a lo que se está hablando y no habíamos contemplado originalmente, o si eliminamos algunos asuntos, porque no son relevantes o porque no es conveniente tocarlos en la entrevista. Por sus características, la entrevista semi-estructurada tiene un potencial enorme, porque le permite al investigador actuar con libertad, pero también con organización, con una guía previa que le permite no perderse desde el inicio del encuentro pactado con el interlocutor. Personalmente, es la que más empleo en mis investigaciones y la que más recomiendo.

  3. Entrevista abierta (Valles la llama "no estandarizada"): Se trata de una entrevista que en realidad no programamos ni preparamos con tiempo, que no solicitamos previamente, y que se desarrolla al calor del momento; esto, porque la oportunidad fue precisa y estamos frente a alguien que resulta importante para nuestra investigación, que tiene el tiempo para atendernos en ese instante y que quizá no tengamos la oportunidad de volver a verle en otra ocasión. ¿Qué hacemos? Aprovechar e improvisar, tratando temas que queremos conocer de su viva voz. En este sentido, no se elaboró ningún guion previo, no contamos con apuntes u otra cosa preparada por el estilo.

Aquí les dejo un ejemplo de un guion base de entrevista semi-estructurada que apliqué a mujeres artesanas mayas, durante el desarrollo de la investigación que emprendí en mi maestría:





Estas fueron las preguntas y los temas que originalmente diseñé para abordar a las artesanas. Sin embargo, esos puntos iniciales se fueron modificando en la práctica, de acuerdo a lo que ellas me iban diciendo, y cómo se fueron desarrollando nuestros encuentros. Algunas interrogantes las eliminé y otras más las agregué, para potenciar mucho más mis diálogos con las artesanas entrevistadas.


Para recapitular, y redondear el tratamiento de este tema, a modo de cierre les dejo el siguiente video:


La entrevista como técnica de investigación social:


¿Dudas, comentarios? No dudes en consultármelos. Es importante que esto quede claro para que puedas elaborar tu ejercicio de preparación de una entrevista.


Bibliografía:


Valles, M. (1999). Técnicas cualitativas de investigación social. Reflexión metodológica y práctica profesional. España: Síntesis, 177-190.

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